Constituye el pendant o pareja del Retrato de Bartolomé Sureda, su marido.
En los años 1790, Francisco de Goya se había convertido en un pintor de moda, cuyos retratos eran muy solicitados, tanto por la aristocracia como por la alta burguesía madrileña.
Aquí la esposa aparece sentada, el cuerpo de perfil sobre una butaca imperio.
El movimiento procede de la cabeza girada hacia el espectador y la mano derecha descansando sobre el brazo izquierdo, colocado sobre el reposabrazos.
El fondo neutro verde oscuro, aumenta el volumen, al estilo de Tiziano o Tintoretto.