Sin embargo, los señores de Galicia continuaron en alerta y en diciembre se reunieron en una asamblea convocada en Mellid para controlar la situación.
De esa reunión surgieron algunas reivindicaciones que el rey Carlos I finalmente no tuvo en cuenta.
[3] En Mondoñedo, en cambio, fue el alguacil del obispo quien debió encerrarse en la catedral por miedo a ser víctima de la furia popular.
El 4 de diciembre acordó redactar un manifiesto en el que se comprometían a defender al poder real pero también sus feudos amenazados.
[1] Los hostilidad contra la aristocracia feudal del reino era evidente; al conde Fernando Andrade casi le fue tomada por asalto una fortaleza.