Los reyes vikingos (nórdico antiguo: konungr) son monarcas que dominaron Escandinavia y sus áreas de influencia entre los años 793 (ataque a Lindisfarne) y 1066 (batalla de Stamford Bridge), periodo conocido como la Era Vikinga.
A veces se conoce la trayectoria de esa evolución y otras se teoriza de forma coherente con los datos que ofrecen las fuentes escritas y que han sobrevivido hasta hoy.
Los suiones dominaron la situación y los gautas se sometieron finalmente a las leyes suecas.
Más tarde, en 1262 los noruegos lograrían su objetivo de subyugar Islandia a la corona,[1] y los daneses hicieron lo propio con las Islas Feroe en 1380.
Jórvik en Inglaterra, junto con Dublín en Irlanda, serían los reinos vikingos más poderosos e influyentes, política y económicamente, de las islas.
En sus comienzos, los vínculos con los reinos escandinavos fueron más o menos constantes y llegó a ser refugio de reyes como Olaf Tryggvason, Olaf II el Santo, Magnus I de Noruega o Harald Hardrada.