Yo que siempre llené mi vida con amor, amor por los explotados, por los hombres desposeídos, hoy siento renacidas fuerzas y aquellas como una sombra inmensa sin límites me embarga y mis ojos se nublan y siento en mi la necesidad de estar con aquellos que deberán soportar la más cruel y sangrienta de las dictaduras.
Todo esto no ha hecho más que reafirmar mi fe en el marxismo – leninismo y tener la confianza de que algún día no lejano la victoria final estará en nuestras manos.
Esta va a ser una lucha ardua, aún quedan muchos por caer, pero venceremos.
Esta carta no es el momento preciso para hacer un análisis político de la situación.
La vida aquí adentro ha hecho olvidar e ignorar en parte las penurias y las dificultades sin límites a que están enfrentados los que aún combaten afuera.
Porque aún queda en mí mucho que entregar y porque hay necesidad de hombres para esta batalla.
Y si he de dejar mi vida en el camino, bienvenida sea la muerte porque no será en vano.
Camaradas, que mis palabras, hoy escritas con mis manos y las de muchos otros penetren en vuestros corazones y siembren en él la semilla de la revolución verdadera.
Ambos vieron cómo fueron sacados todos los moradores del departamento "D" por agentes de civil.
Desde ese recinto, Ricardo y las demás personas con las que él vivía al momento de su detención fueron trasladadas al recinto de Cuatro Álamos, donde fueron vistos y pudieron departir con otros recluidos.
El 30 de julio de 1975, la misma Corte ordenó la reapertura del sumario en base a una carta enviada por doña Sila Muñoz, en donde ésta demuestra que su hijo no ha salido del país y, en cambio, sí se encuentra detenido, detallando para ello una cantidad de diligencias que personalmente realizó.