Richard Chase

[1]​ Sostenía naranjas en la cabeza, creyendo que la vitamina C sería absorbida por su cerebro por difusión.

Sus amigos le exigieron a Chase que se mudara.

El personal lo apodó "Drácula" debido a su fijación con la sangre.

[2]​ Chase fue arrestado poco después: la policía que registró el apartamento de Chase encontró que las paredes, el piso, el techo, el refrigerador y todos los utensilios para comer y beber de Chase estaban empapados en sangre.

Para evitar la pena de muerte, la defensa intentó que se lo declarara culpable de homicidio en segundo grado, lo que derivaría en cadena perpetua.

Chase concedió una serie de entrevistas a Robert Ressler, durante las cuales habló de sus temores a los nazis y los ovnis, alegando que aunque había matado, no era culpa suya; se había visto obligado a matar para mantenerse con vida, lo que creía que haría cualquier persona.

También le entregó a Ressler una gran cantidad de macarrones con queso, que había estado guardando en los bolsillos de sus pantalones, creyendo que los funcionarios de la prisión estaban aliados con los nazis e intentaban matarlo con comida envenenada.