Semon propuso el paralelismo psicofisiológico según el cual cada estado psicológico se corresponde con alteraciones en los nervios.
Sus ideas sobre los mneme (basados en la diosa griega Mnemea, la musa de la memoria) se desarrollaron a principios del siglo XX.
La "huella mnémica" resultante (o "engrama") se reanimaría cuando se hallase un elemento parecido a un componente del complejo original de estímulos.
El principio mnémico de Semon se basaba en cómo los estímulos producen un "registro permanente,... escrito o grabado sobre la sustancia irritable", es decir, sobre material celular predispuesto energéticamente a esa inscripción (Semon 1921, p. 24).
[1][2] Semon encontró evidencia en la forma en que las diferentes partes del cuerpo se relacionan entre sí involuntariamente, como "espasmos reflejos, co-movimientos, radiaciones sensoriales", para inferir la distribución de la "influencia engráfica".