Las rogaciones son, en la cristiandad occidental, oraciones, penitencias y procesiones propiciatorias, realizadas en determinados días, para el éxito de la cosecha.
Se quiere ver una conexión directa, como un "sustituto cristiano" de la fiesta, siguiendo incluso el mismo recorrido procesional en Roma.
Esta costumbre tiene orígenes muy antiguos, que datan de un suceso ocurrido en la Galia Lugdunense, cuando en el año 474 el Delfinado fue golpeado duramente por diversos desastres naturales y un terremoto.
El punto de partida era siempre la iglesia parroquial, pero cada día se seguía un recorrido diferente, llegando a un punto preestablecido, un lugar significativo dentro del territorio de la parroquia (a menudo señalado por una pequeña capilla o santuario), en medio del campo.
Encabezaban la procesión las Hermandades masculinas con sus signos, a continuación, el clero (clérigos, seminaristas, diáconos y sacerdotes).