De tendencias republicanas, ha sido considerado habitualmente también masón, aunque existen autores que lo desmienten.
Tras ser sofocada la revolución de 1934 en Asturias, fue enviado a Gijón, caracterizándose por una posición conciliadora.
En la tarde del viernes 17 llegaron a Galicia noticias de la sublevación en Marruecos.
Las autoridades militares de La Coruña (el general Salcedo, conservador pero leal a la república, y el general Caridad Pita) le aseguraron al gobernador civil, Pérez Carballo, su lealtad a la República, a pesar de que el primero había recibido en la noche del 18 de julio un telegrama de Queipo de Llano conminándole a que se uniera a la sublevación y luego una llamada telefónica, el día 19, del general Mola.
Sin embargo, durante la mañana del lunes 20, oficiales sublevados detuvieron a los generales Salcedo y Caridad Pita (cuando este pretendía abortar la sublevación del Regimiento de Infantería de Zamora número 54, presentándose en su cuarto de banderas, fue detenido por el coronel Martín Alonso, al mando del regimiento, el cual había participado ya en la Sanjurjada de 1932 y había sido repuesto en el mando durante el bienio radical-cedista).