La romería se comenzó a celebrar en el siglo XVI por los artesanos del gremio cercanos a la ermita, pero pronto se convirtió en popular.
[1] Llegando a ser concurrida incluso por diversos miembros de la Corte.
La popularidad y su concurrencia tuvo su punto álgido en el siglo XVIII.
Esto permite ir con ropas más ligeras a la romería, y por esta razón se puede asistir ya sin las ropas del invierno; por lo que se decía «ir de trapillo».
Era fiesta que acababa frecuentemente en algarabía debido a las burlas que se hacían los unos a los otros debido al uso de la ropa de los nobles.