Romeu de Corbera

Ante esta situación el Nicolás de Proxita apeló al papa pisano Alejandro V, quien le ratificó y terminó de formar la crisis que habría llegado a las armas de no ser por la intervención real del rey aragonés Martín I que consiguió el nombramiento de un juez apostólico para solucionar el conflicto, siendo este Bonifacio Ferrer, gran prior de la Cartuja de obediencia aviñonense y hermano del dominico Vicente Ferrer.

También fue el encargado de reformar Casa del Temple de Valencia, que convirtió en un palacio del que hoy día no queda nada ya que fue reformado por Carlos III.

Tras la muerte de Martín el Humano y la posterior elección de Fernando de Antequera en el Compromiso de Caspe fue enviado en el 1412 como embajador a Sicilia, donde posteriormente accedió al cargo de virrey, siendo nombrado legado apostólico por Clemente XIII a finales del mismo año.

Años más tarde y durante el Concilio de Constanza, viéndose forzado a elegir entre la obediencia papal o real, el maestre se posicionó junto al rey, a lo que el antipapa respondió apoderándose del Castillo de Peñíscola previamente propiedad de la Orden pero que permitía el usufructo por parte del eclesiástico, castillo que no volvería a manos de la orden hasta el 1442 tras el pago de 150.000 escudos de parte del Maestre al rey .

En 1420 acompañó Alfonso el Magnánimo, al frente de una escuadra de galeras, en su marcha hacia Cerdeña, Sicilia y Córcega, al igual que en agosto del 1421, cuando capitaneó una escuadra de galeras[2]​ que derrotó a los genoveses en la Batalla de la Hoz Pisana.

Los encomendados de Vilafamés residieron en el Palau del Batlle, hoy día Museo de Arte Contemporáneo