Rosemary y Fred secuestraban a jóvenes en las paradas de autobús a las afueras de Gloucester para encerrarlas en su casa, sodomizarlas, torturarlas, violarlas y, finalmente, asesinarlas.
[2] Aunque Rosemary nunca confesó los asesinatos, las pruebas contra ella eran aplastantes.
El juez Mantell la sentenció a cadena perpetua: "Si se pone atención donde yo creo, usted nunca quedará en libertad".
[3] Después, un juez supremo decidió que Rosemary debía pasar 25 años en la cárcel antes de quedar en libertad, pero tiempo después, en julio de 1997, el Ministro del Interior británico del momento, Jack Straw, la sentenció a morir en prisión.
Es la segunda mujer sentenciada a cadena perpetua en el Reino Unido, siendo la otra la asesina en serie Myra Hindley, quien murió en 2002 y con la que Rosemary compartió celda durante los dos primeros años.