Excelente pianista, era famoso por la singular utilización de la mano izquierda.
Mendizábal dilapidó su herencia, por lo que vivió desde muy joven de tocar el piano en lugares de muy distinto tipo, que iban desde prostíbulos clandestinos hasta academias y casas de baile, algunas con clientela muy modesta y otras como “La vieja Eustaquia”, “La parda Adelina”, “Laura” y “María la Vasca”, donde iba gente de mejor posición social.
Una vez por mes tocaba para un grupo de unos 40 amigos que pertenecían al Z Club.
Ese día no se permitía la entrada a quien no formara parte del grupo, salvo al comisario Enrique Otamendi, que acostumbraba a pasar por allí.
Según dicen, el destinatario de El entrerriano fue un socio del, club Ricardo Segovia, nacido en Entre Ríos.