El Cap Arcona fue un transatlántico alemán que operaba en la línea entre Hamburgo y Sudamérica.
[4] Un buque muy lujoso, esbelto, de propulsión acoplada a tres chimeneas rojas y blancas.
Durante 12 años, el Cap Arcona realizó ininterrumpidamente los fabulosos cruceros que le dieron reputación.
En 1933 era el orgullo del Tercer Reich y navegaba con bandera nazi por todos los océanos.
Pero algunos lograron resistir a los golpes, la sed y el hambre, esperando al fin de la guerra para salir del infierno.
Los cargueros Thielbek, Athen y Deutschland, presentes en la bahía, serían también preparados para cumplir el mismo siniestro objetivo.
Al día siguiente, a Jacobsen le quitaron el mando de su buque.
El Athen permaneció en alta mar toda la noche y tuvo que regresar al muelle a la mañana siguiente, el 21 de abril, sin haber podido transferir a los deportados.
El SS-Sturmbannführer Gehrig comunicó al comandante de las SS Max Pauly la negativa del capitán Bertram.
El capitán Bertram intentó, sin éxito, negociar con ellos, quienes le dieron el siguiente ultimátum: o autorizaba inmediatamente al Athen a amarrar junto al buque y transferir a sus prisioneros, o sería juzgado ante una corte marcial y fusilado.
Comandados por el oficial de las SS, Kirstein, los militares quitaron todos los chalecos salvavidas, así como los bancos o las banquetas que podían utilizarse como balsas, y los guardaron bajo llave en el pañol.
Finalmente, subieron a bordo 6500 deportados y 600 guardias de las SS. Para los prisioneros, la visión era surrealista.
Agotados tras su interminable caminata, recorrieron la crujía decorada con alfombras persas y se dispersaron por los elegantes restaurantes victorianos.
Para hacer más espacio, sacaron de los camarotes su precioso mobiliario, pero dejaron las mullidas alfombras y los cuadros en las paredes.
Todos los días morían allí de 20 a 30 deportados, ya sea por enfermedades, hambre, sed o el hacinamiento.
Además, se habían llevado a cabo negociaciones con la Cruz Roja sueca, y se había llegado a un acuerdo para facilitar el rescate de los detenidos franceses.
Algunos prisioneros aprendieron rápidamente algunas palabras en francés para tratar de engañar a los guardias y abandonar el barco.
En total, 2.000 deportados franceses y residentes del imperio colonial francés lograron salir, el 30 de abril, del Cap Arcona y el Thielbecky fueron llevados a Suecia para ser hospitalizados.
Tras haber escuchado el informe que incluía al Cap Arcona como tal, prometieron actuar en consecuencia.
A bordo, los detenidos sabían que sólo disponían de muy poco tiempo para escapar.
En tierra, los primeros supervivientes solicitaron a las tropas británicas que enviaran urgentemente botes de salvamento.
Se cavaron fosas comunes a lo largo de la playa entre Lübeck y Pelzerhaken.
Las autoridades británicas explicaron más tarde que la presencia de una flotilla militar alemana junto al Cap Arcona les había inducido al error, pensando que el barco estaba ocupado por militares alemanes.
Hasta los años setenta, el mar Báltico estuvo arrojando los cadáveres y restos de los deportados fallecidos.
Los restos del Cap Arcona permanecieron encallados en la bahía de Lübeck hasta 1950; luego fueron desmantelados por buceadores y reducidos a chatarra.
En 1961, la compañía marítima Knohr & Burchard lo vendió y a partir de entonces navegó bajo bandera panameña.
Siguieron llegando a la costa restos humanos del barco hundido hasta 1971.
Rebautizado como Warynski, siguió navegando durante mucho tiempo entre Gdansk (ex Danzig) y Buenos Aires, vía Hamburgo.
Los archivos de la operación sobre Lübeck no se abrirán hasta el año 2045.