En su juventud realizó interesantes hallazgos sobre arqueología clásica en diversos puntos de Grecia, Túnez, Ucrania y otros lugares del Mediterráneo.
Se dedicó a la docencia dando clases magistrales en la École du Louvre, y luego convirtió sus 28 conferencias en un libro titulado Apollo, que fue traducido a muchos idiomas, llegando a ser una referencia obligada sobre el tema de la arqueología del arte.
Muerto Sautuola, sin que él pudiese ver su honor personal y científico compensado, las tornas cambiaron, Altamira se convirtió en un santuario científico y los especialistas franceses se lanzaron en tromba a la investigación del arte paleolítico, tanto francés como español.
[4] Junto a otros colegas, Reinach desarrolló una idea opuesta a la que precisamente había difundido el cada vez más desprestigiado Cartailhac:[5] Para Reinach, Obermaier, Breuil y otros, El arte prehistórico tenía una función religiosa.
También tradujo del inglés al francés la Historia de la Inquisición de Henry Charles Lea. Después, vinieron numerosos trabajos y artículos en revistas especializadas.