Una salvadera, era un pequeño recipiente parecido a un salero, que servía para conservar la arena secante.
Las salvaderas solían tener las tapas cóncavas para que fuera más fácil volver a poner la arena dentro del recipiente.
La arena secante era una arena fina que se espolvoreaba sobre la tinta húmeda, para acelerar su secado, en la época previa a la invención del papel secante.
Esta arena fina se preparaba a partir de sustancias como sal finamente molida, arena o polvo de minerales blandos, tales como talco o calcita.
Una mezcla de goma sandáraca y piedra pómez o concha triturada sirve como arena secante.