[2] Para ayudar a Miranda, concertó una cita con Ogden diciéndole que la empresa podía convertirlo en pionero del comercio con una América libre de españoles.
Al regresar a Nueva York, buscó financistas y colaboradores en su aventura en Sur América creyendo tener la bendición de los Estados Unidos.
Así, en enero de 1806, se comenzó a preparar al bergantín Leander para la aventura, dotándola de alimentos, 150 hombres, 17 cañones, pólvora, mosquetes, y encargando a un tal Thomas Lewis como su capitán y agente.
Ya desde su llegada a Estados Unidos, Miranda era seguido por espías españoles, y después de su reunión en Washington, la misión se hizo más crítica.
En ese momento las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y España estaban en un mal momento debido al conflicto con la Louisiana, y el recibimiento de un personaje conocido por sus alardes contra la corona mientras se armaba un barco fletado a su nombre en Nueva York no hizo sino empeorarlas.
Si el gobierno estaba involucrado o no es cuestión de especulación, pero ya fuera para ocultarlo o calmar los ánimos del Marqués de Yrujo, ordenó que se enjuiciaran a los que habían participado en la preparación del Leander, incluyendo a Ogden y Smith.
Miranda llegó a Nueva York haciéndose llamar George Martin, pero este seudónimo solo era para la muchedumbre.
Esta publicidad fue utilizada por los abogados de Ogden, Thomas A. Emmett, Cadwallader Colden y Josiah Ogden Hoffman, para atacar los alegatos del Marqués de Yrujo, diciendo que si este sabía lo que estaba sucediendo, porque no lo había denunciado antes.
Con esto, pintaron todo el escándalo del representante como una intriga de la oposición federalista a Thomas Jefferson.
Además, en su opinión, una guerra con España era inminente, y ellos habían supuesto que no era tan descabellada una expedición contra una potencia enemiga, y le sumaron que el presidente Jefferson sabía de las intenciones de Miranda, porque este les había mostrado una carta que había traído de Inglaterra con un esquema del proyecto, y que la misma había sido enviada al secretario de estado James Madison, quien se la mostró.
Después de esto, la defensa incluso llamó como testigos al presidente Jefferson y el vicepresidente George Clinton, pero estos no se presentaron en la corte.
A algunos se les dijo que su destino era una guardia montada organizada por el presidente Jefferson, a otros que serían guardas de la línea de correo entre Washington y New Orleáns.