San Andrés (San Andrés y Sauces)

Esta intensa actividad mercantil atrajo a numerosos comerciantes extranjeros, como portugueses, catalanes, genoveses y flamencos.

Finalmente, como la carretera del norte pasa por Los Sauces, esta localidad creció en población e importancia, mientras que San Andrés, más alejado hacia la costa, se estancó.

Cercano al pueblo se encuentran Puerto Espíndola, un pequeño puerto pesquero que anteriormente fue la principal vía de comunicación del municipio y también las piscinas naturales del Charco Azul.

Destaca en su interior la techumbre mudéjar de las capillas, así como sus retablos, magníficos ejemplares del barroco isleño.

En 1518 concedería a Miguel Martín el solar que sus futuros nietos vendieron en 1592 al mercader portugués Fernán Pinto.

Contaba incluso con sus propias carabelas que utilizaba para exportar tanto a las Indias como al norte de Europa.

Los gruesos muros de piedra y barro conforman una parcela rectangular paralela a la calle.

En la parte baja se encontraban varias salas, así como la cocina y una caballeriza con su dornajo de tea.

Ya en el piso superior, se encontraba la parte principal de la casa y las habitaciones.

En la parte posterior se encuentra el patio y una galería con vistas al barranco.

Este último, fundó en 1755 la ermita adosada, dedicada a Nuestra Señora del Pilar.

[16]​ Es entonces cuando se remoza la fachada logrando una distribución simétrica de puertas y ventanas adinteladas.

Estas cenefas contienen en su parte exterior pequeños lóbulos decorativos, mientras que bajo los antepechos de las ventanas, encontramos círculos con flores geométricas inscritas.

En la fachada trasera, colgada sobre el barranco, sobrevive una galería cerrada de tea, que desgraciadamente se encuentra en muy mal estado.

Este cementerio, construido en 1864, es hoy en día una pintoresca estampa del pueblo, en el que un pequeño camino empedrado, nos lleva a través de bosques de plataneros hasta este pacífico enclave.

Al principio no era más que una pequeña ermita, pero tras continuas remodelaciones y ampliaciones se convirtió en un auténtico convento de dos plantas, con una gran balconada orientada hacia el mar y flanqueada por dos pequeñas torres.

Todas las imágenes religiosas y la documentación se trasladó a la iglesia de San Andrés.

[18]​ Desde fecha temprana, la localidad disfrutaba de todas las infraestructuras necesarias para un nuevo enclave.

Ya desde la conquista estos hornos eran utilizados tanto para la construcción de las viviendas, como para los canales que llevaban el agua a las plantaciones.

Plaza de San Andrés