San Bernardino de Siena predicando ante Alfonso V de Aragón

No se ha dilucidado si Goya quiso representar al monarca aragonés Alfonso V el Magnánimo o a Renato I de Nápoles.

El artista emprendió esta obra con el fin de ganarse el favor del rey Carlos III, amoldando su forma de pintar al gusto neoclásico que tanto agradaba al Rey.

Esto es patente en la ordenación geométrica de la composición, en forma piramidal.

Se considera que es una de las obras religiosas más logradas de Goya, junto al Cristo en la cruz, efectuada en esa misma época.

El aragonés crea una magnífica visión de sí mismo en este cuadro, al autorretratarse en el joven del extremo derecho.