Licenciado en cánones en 1560, fue oidor de la Chancillería vallisoletana, promovido en 1564 como miembro del Consejo de la Suprema Inquisición.
En 1569 fue nombrado gobernador del arzobispado de Toledo, en ausencia del titular, fray Bartolomé de Carranza.
Después fue canónigo de Sevilla y obispo de Ávila, puesto del que tomó posesión el 2 de febrero de 1579.
Durante el tiempo que ocupó la sede abulense se erigió el colegio jesuita de Arévalo.
Murió en Madrid el 19 de enero de 1581 y enterrado en su ciudad natal, en la capilla de la Concepción del convento de Nuestra Señora de la Esperanza, sin epitafio.