Estas santas siempre van lujosamente vestidas y son un modelo de gracia sevillana.
El procónsul Prisco la detuvo junto a otros cuarenta y nueve cristianos.
La joven prisionera fue torturada y finalmente arrojada a las fieras en un anfiteatro, que la respetaron por mucho tiempo.
La santa rezó para que las fieras acabasen con ella y una de ellas le dio un zarpazo mortal.
[2] La sierra representada en los presentes lienzos, en su mano derecha, alude a la rueda dentada con la que supuestamente fue martirizada.