Al cabo de unos años de asentarse en el lugar, llegó una orden gubernamental que condenaba a la horca al señor Rivas.
Le prometió que parte de su riqueza la gastaría construyéndole una capilla y que haría traer de su tierra natal una imagen tallada en fina madera.
El día antes de cumplirse la condena a muerte, Fernando Rivas falleció con una altísima fiebre.
La señora Rivas vista cumplida la petición, pasado el funeral reunió a sus esclavos y los puso a trabajar en la construcción de la capilla.
El templo se destaca por su arquitectura colonial española, con un estilo de espadaña en el frente.