Por lo que, en las inmediaciones de esta aldea quedaba en pie, hasta no hace muchos años, junto al camino que conduce a Valtenebroso, un fragmento de la picota o rollo.
Era precisamente el símbolo de señorío jurisdiccional, y nunca desempeñó otro papel.
Esta circunstancia redundaba en franca extorsión de los propietarios que tropezaban con lógicas trabas en el acceso libre a sus fincas, cuyo aprovechamiento de pastos, aguas, leña y montes correspondía al titular del señorío.
Se autorizó la permuta por escritura del 3-3-1676 ante el escribano Jerónimo de Espinar.
En el año 1752 la villa de El Cerro tenía cinco aldeas y la habitaban once vecinos.