Tras el desembarco ocuparon y fortificaron un cerro próximo a la plaza de Argel y solicitaron la rendición de ésta.
Pero el capitán Gonzalo Mariño propone esperar hasta recibir las tropas de refuerzo que había prometido enviar el rey de Tremecén, y logra imponer su opinión.
Los españoles pasaron insensatamente ocho días inactivos frente a las murallas de Argel, esperando en vano la llegada de la ayuda prometida.
Al día siguiente las olas arrojaron a la extensa playa argelina los restos de 20 buques y los cadáveres de unos 4000 españoles, a esto se unió el desastroso encuentro con las tropas argelinas de Jeyreddín que acabaron desbaratando al ejército castellano.
Al año siguiente en 1520 logró desembarcar en la isla de Yerba y obtuvo la total sumisión del señor de la isla.