Asedio de Cefalonia

La tensa paz existente entre los Estados cristianos y el Imperio otomano se rompió en 1495, con la no aclarada muerte de Cem, hermano del sultán Bayaceto II y rehén del Papa Alejandro VI.

Después de tomar varias plazas fuertes en el Peloponeso (como Patrás, Modona, Corone, Pilos y Naupacto) los turcos avanzaron por la ribera del Adriático conquistando Durazzo.

Ésta era descrita por los venecianos en términos muy preocupantes, advirtiendo con ello del peligro que podría correr toda la Cristiandad si no se actuaba con prontitud.

No obstante, era algo exagerada en lo que respecta al occidente europeo, y la Serenissima temía más bien por la pérdida irreparable de sus importantes núcleos comerciales en levante.

Regaló al comandante español un arco y un carcaj con flechas en sendas bandejas de oro, un gesto caballeroso pero a la vez arrogante.

Entonces entró en acción Pedro Navarro, un hombre que se haría célebre por su uso de las minas militares.

A pesar de ello se siguió intentando, aunque sin éxito, el asalto con escalas.

Asimismo arrojando piedras, derramando aceite hirviendo sobre los enemigos, e izándolos, para luego dejarlos caer, con unos garfios (llamados lobos por los españoles).

Además de esta tenaz defensa, también se aventuraron a realizar incursiones nocturnas en campo cristiano, que fueron neutralizadas por los arcabuceros españoles.

Para remediar esto último Gonzalo de Córdoba envió dos barcos a Calabria y Sicilia respectivamente que regresaron semanas más tarde con provisiones.

La situación era insostenible a largo plazo, teniendo en cuenta además la proximidad de bases otomanas.

Durante varios días se empleó con fuerte intensidad la artillería para castigar lo más posible las murallas.

El capitán Gisdar y otros resistentes quedaron acorralados en un reducto, pero no se rindieron.

Seguramente toda la guarnición otomana pereció en el asedio de Cefalonia, aunque según algunas fuentes hubo unos pocos supervivientes.

Sentó un precedente al romper la imbatibilidad del Imperio Otomano, que desde 1495 parecía imparable en su avance por el este de Europa.

Venecia recuperó Cefalonia (que mantendría hasta 1797) y ganó un tiempo indispensable para reponer energías dentro su pugna particular con los otomanos.