La niña, de tres años, tenía al fallecer todos los dientes de leche y los dientes permanentes aun por salir.
Sus hombros, omóplatos y dedos curvados parecen indicar que podía trepar a los árboles, y sus caderas y piernas, especialmente el ángulo del fémur hasta la cadera, muy parecidas a las de un humano, que caminaba únicamente sobre los pies.
Es muy probable que una inundación sepultara el cadáver de la niña entre la arena y el lodo y lo pusiera a salvo de los depredadores hace más de tres millones de años.
[2] Luego, el barro se endureció, conservando los huesos hasta su hallazgo en el año 2000 y su progresivo desenterramiento hasta hoy.
Costó más de cinco años extraer los restos del cráneo.