Senado del Imperio Romano

Como tal, ocupar un cargo en el Senado fue una meta ansiada por personas que buscaban prestigio y un buen posicionamiento social; un lugar privilegiado en la sociedad romana.

El primer emperador, Augusto, heredó un Senado cuyos miembros habían sido aumentados por su padre adoptivo hasta los 900 senadores, Julio César.

[3]​ Bajo el Imperio, al igual que durante la República romana tardía, uno podía convertirse en senador siendo elegido cuestor.

Los senadores del Imperio temprano podían hacer preguntas extrañas o solicitar que el senado tomara cierta medida de forma relativamente libre.

El Senado se reunía ordinariamente en la Curia Julia, generalmente en las Calendas (el primer día del mes) o los Idus (a mediados del mes), aunque las reuniones programadas se llevaban a cabo con mayor frecuencia en septiembre y octubre.

A principios del principado, Augusto y Tiberio se esforzaron en mantener oculta su influencia sobre el senado, ejerciendo presión en privado en lugar de proponer o apoyar las leyes directamente.

[3]​ Si un senador no estaba de acuerdo con un proyecto de ley, solía mostrar su desaprobación al no asistir a la reunión del Senado el día en que se votaría el proyecto de ley antes que votar en contra, pues para presentarse a las elecciones a un cargo magisterial se necesitaba el permiso del emperador y la mayoría no buscaba arriesgarse.

El Senado también podía regular festivales y cultos religiosos, otorgar honores de carácter extraordinario, excusar a un individuo (generalmente al emperador) de su responsabilidad legal, administrar templos, organizar juegos públicos, e incluso promulgar leyes fiscales (esto último solo se daba con la aquiescencia del Emperador) Sin embargo y a pesar de estas capacidades, no tenía autoridad real sobre la religión del estado ni sobre las tierras públicas.

El emperador Tiberio transfirió todos los poderes electorales de las asambleas al Senado, y aunque, teóricamente, el senado elegía nuevos magistrados, siempre se necesitaba la aprobación del Emperador antes de que se pudiera finalizar una elección.

Al mismo tiempo, los miembros de la Orden ecuestre ocupaban puestos administrativos que los emperadores anteriores habían reservado para los libertos.

Para el Senado, estas nuevas responsabilidades ampliadas aseguraban una mayor oportunidad para brindar asesoramiento y ejercer autoridad.

[3]​ Para el momento en el que la dinastía Severa llegó al poder, la clase senatorial también se separó cada vez más de las decisiones reales tomadas dentro del gobierno, que fueron asumidas cada vez más por los équites y otros miembros de la burocracia imperial.

El Senado ultimadamente se convirtió en el único bastión de la religión romana tradicional frente a la expansión del cristianismo, y varias veces intentó facilitar la devolución del Altar de la Victoria, retirado por primera vez por Constancio II, a la curia senatorial.

Después de que Roma fuera reconquistada por el ejército bizantino, se restauró el Senado, pero la institución (como la misma Roma clásica) se había debilitado demasiado por la larga guerra entre bizantinos y ostrogodos; muchos senadores ya habían sido asesinados y la mayoría de los que habían conseguido huir a la parte oriental del Imperio optaron por permanecer allí gracias a la legislación favorable aprobada por el emperador Justiniano, quien, sin embargo, abolió prácticamente todos los cargos senatoriales en Italia.

En 578 y después 580, el Senado envió emisarios a Constantinopla que entregaron 3000 libras de oro como regalo al nuevo emperador Tiberio II Constantino junto con una petición de auxilio contra los lombardos que habían invadido Italia diez años antes.

Puertas de bronce del antiguo senado romano extraídas del Foro Romano , restauradas y colocadas en 1660 en la Basílica de Letrán .
La Curia Julia en el Foro Romano , sede del Senado imperial.