Recordando este primer encuentro, dijo: «Todos estaban estremecidos al ver su estado.
Quería correr allí, a la línea de trincheras, y agarrar por la garganta al primer nazi que encontrara».
Se consideraba una práctica común llevada a cabo por muchas unidades del Ejército Rojo durante la Gran Guerra Patria.
Normalmente, los hijos del regimiento eran niños soviéticos que habían quedado huérfanos como consecuencia de los combates o porque sus padres habían sido asesinados por las tropas de ocupación alemanas.
[4] Particularmente, a Serguéi le gustaba ser útil y volvía constantemente al cuartel general para pedir más instrucciones y que le asignaran nuevas tareas.
[2] Su participación en el conflicto directo comenzó durante una patrulla rutinaria, cuando vio a observadores de artillería alemanes escondidos en un pajar, que no habían sido vistos previamente por otros soldados del Ejército Rojo.
[4] Durante la batalla, el refugio donde estaban Serguéi y su padre adoptivo Mijaíl fue alcanzado por un ataque de artillería en el que quedó completamente destruido.
[4] Convirtiéndose así en el soldado más joven en recibir este tipo de reconocimiento.
[2] Durante su vida militar, Serguéi sufrió varias lesiones que casi lo llevan a la muerte; estuvo a punto de ahogarse mientras cruzaba el río Séverski Donets, y en otra ocasión el vehículo en el que viajaba pisó una mina.
[2][3] Finalmente, en 1944, en Polonia, el coronel general Vasili Chuikov, comandante del 62.º Ejército, ordenó que el joven soldado fuera enviado a la Escuela Militar Suvorov en Tula,[2] donde resultó ser el estudiante más joven.