[2][4] Si era necesario, la composición podía ser alterada, estando preparadas para viajar solo con un motor, con o sin arnés.
[4] Podían llegar a una velocidad máxima de 120 kilómetros por hora, en recta.
[2] Existía, igualmente, un equipamiento de aire condicionado, que permitía alterar tanto la temperatura como la humedad en el interior.
[4] En el centro del arnés, existía un bufé, de reducidas dimensiones, con cocina propia, donde se podían elaborar comer calientes; estas eran servidas a los pasajeros en el propio asiento, a través del uso de pequeñas mesas portátiles.
[4] Cada automotor contaba con espacios propios para colocar los equipajes más voluminosos de los clientes.