Años después de su puesta en funcionamiento, la velocidad máxima se ve limitada a 100 km/h.
El concurso para el suministro de los nuevos automotores, abierto a partir de 1965, se asigna a un consorcio formado por CENEMESA, Jeumont-Schneider, ACEC, y Cravens para las partes eléctricas.
Se equipan con freno electroneumático “Westcode” estudiado por WABCO y proporcionado por Dimetal.
El enganche tipo Scharfenberg permite el acoplamiento de hasta tres unidades en serie, lo que equivale a seis coches.
Se suministran con la decoración clásica de la época, a saber verde y amarillo.
Más tarde, ya en 1967, Renfe, compró 32 unidades eléctricas a la industria inglesa.
Este material fue pensado, sobre todo pero no únicamente, para prestar servicio en las líneas del noroeste de Madrid.