Esta obra fue encargada por el emperador Nicolás II, quien inicialmente debía figurar pronunciando un discurso.
La escena tiene lugar en la gran rotonda del Palacio Mariinski en San Petersburgo.
Posteriormente, el pintor dispuso estas imágenes —en el gran lienzo definitivo— según el esquema determinado por la fotografía del evento.
Cada miembro es representado en poses naturales, con un gran parecido y con un rasgo personal expresivo, por lo que sus retratos —poco favorecedores— no satisficieron a algunos de los personajes.
[3] La composición es un juego armonioso de rojo, dorado y negro, que enfatiza la solemnidad del acontecimiento.