Fue obispo durante las persecuciones del Rey Sapor II del Imperio sasánida de Persia, y fue ejecutado con otros muchos seguidores.
Con esa base, Sapor II ordenó la ejecución de todos los sacerdotes cristianos.
Por su negativa a adorar al sol, Simeón fue decapitado junto con cientos de cristianos, incluidos obispos, sacerdotes y creyentes laicos.
Entre estos se incluyen, Abdella (o Abdhaihla), Ananias (Hannanja), Chusdazat (Guhashtazad, Usthazan, o Gothazat), y Pusai (Fusik), Askitrea, la hija Pusai, el eunuco Azad (Asatus) y otros compañeros, cuya cifra varía desde los 1150 a los 100.
Otro historiador, Al-Masoudy del siglo X considera que esta cifra significó el genocidio de 200 000 cristianos.