El padre Leopold Mozart planeó la gira para exhibir a sus prodigiosos hijos, Wolfgang y Nannerl en las principales cortes europeas.
[3] Posteriormente Leopold y sus hijos pasaron en Viena varios meses de 1768 durante los cuales el joven maestro hizo un esfuerzo consciente por adaptar su estilo sinfónico a los gustos del público vienés, adoptando entre otras cosas la estructura en cuatro movimientos.
En enero de 1779 regresó a su ciudad natal donde creó otras tres sinfonías (n.º 32, 33 y 34) con las que cierra su etapa en Salzburgo.
Según Reel, se gestó en Roma en abril de 1770 aunque también es posible que Mozart la escribiera un poco más tarde, durante su estancia en Milán o en Bolonia.
[17] Por otra parte, en la actualidad no se sabe con certeza si las sinfonías KV 95 y KV 97 habían sido concebidas en un primer momento como obras en cuatro movimientos o si por el contrario los minuetos fueron añadidos posteriormente en la sexta edición del catálogo Köchel.
[19] Jan LaRue, tras llevar a cabo las correspondientes comparaciones estilísticas, concluye que la pieza es obra de Wolfgang.
La primera edición fue llevada a cabo en 1879 por la editorial Breitkopf & Härtel en Leipzig, que publicó bajo la denominación Wolfgang Amadeus Mozarts Werke, Serie VIII, No.
[1] El movimiento de apertura es singularmente contundente en su material inicial, en el cual los violines producen a veces sonidos desenfrenados y chirriantes.
Los dos temas son en realidad una sucesión de pequeñas ideas, unidas más por el espíritu que por la melodía.
Otra exquisitez es el pizzicato en el bajo en la transición, que proporciona tensión a cada compás ya que las voces interiores articulan la mitad de esa unidad dejando a los primeros violines el material temático.
A un nivel más amplio cada función acelera sus ritmos armónicos y superficiales, ya sea por separado o de manera conjunta.
El segundo movimiento, Andante, está en la mayor, en compás de 3/8 y responde a una forma sonata más convencional.
El segundo tema ofrece una mayor interacción entre los vientos y las cuerdas, las cuales se permiten algunos breves pasajes de discreto pizzicato.