Sinfonía n.º 8 (Sibelius)

Prometió en varias ocasiones el estreno de la Octava sinfonía a la Orquesta Sinfónica de Boston y a su director Serguéi Kusevitski, pero Sibelius retrasaba cada fecha programada, argumentando que la obra no estaba lista todavía.

Jean Sibelius nació en 1865 en Finlandia, que desde 1809 era un gran ducado autónomo perteneciente al zarato ruso después de haber estado bajo control sueco durante varios siglos.

[2]​ Hacia 1889, Sibelius conoció a su futura esposa Aino Järnefelt, proveniente de una familia firmemente fennómana.

Sibelius produjo una serie de obras en las que reflejaba la resistencia finlandesa a la dominación extranjera, culminando con el poema sinfónico Finlandia.

[5]​ Sibelius fue reconocido como artista de talla nacional en 1897 cuando el Estado le concedió una pensión para que pudiera dedicar más tiempo a componer.

[8]​ Su popularidad se extendió por toda Europa así como a Estados Unidos, donde en una gira realizada en 1914 fue investido doctor honoris causa por la Universidad de Yale.

[2]​ Según su biógrafo Guy Rickards, «la mayor parte de su inspiración» está vertida en las siete sinfonías que compuso entre 1898 y 1924.

Una semana más tarde, se retractó diciendo: «Estoy muy perturbado al respecto, por favor, no anuncies la presentación».

Kusevitski estaba perdiendo la esperanza; sin embargo, volvió a preguntar por la composición en verano de 1933.

[20]​ Sin embargo, todos estos acuerdos estaban encadenados al ilusorio estreno en Boston, por lo que también quedaron en nada.

Sibelius se puso furioso cuando Downes continuó insistiendo por información sobre la sinfonía, llegando a gritarle «Ich kann nicht!» («¡No puedo!»).

Finalmente, se convirtió en una carga, a pesar de que ya había escrito gran parte.

Paavola comentó más tarde a su discípulo, Einar Englund, que entre la música allí guardada había una sinfonía, «muy probablemente la Octava».

Sin embargo, su mente volvía con frecuencia a la sinfonía que en ese momento tenía casi abandonada.

El compositor también manifestó a Jalas que todos sus bocetos y borradores debían ser quemados después de su muerte, pues no quería que nadie recordara sus fragmentos rechazados como los «últimos pensamientos de Sibelius».

[15]​ Aino Sibelius, que consideró el proceso muy doloroso, mencionó con posterioridad que la destrucción pareció aliviar la mente de Sibelius: «Después de esto, mi marido parecía más tranquilo y su actitud era más optimista.

En agosto de 1945 le escribió a Basil Cameron: «He terminado mi Octava sinfonía varias veces, pero todavía no estoy satisfecho con ella.

[29]​ Todavía en 1953 le dijo a su secretario, Santeri Levas, que estaba trabajando en la sinfonía mentalmente.

La quema del manuscrito se dio a conocer más adelante, cuando Aino Sibelius reveló el hecho al biógrafo Erik W.

[19]​ Los críticos y comentaristas se han preguntado las razones por las que Sibelius finalmente abandonó la sinfonía.

[31]​ Alex Ross en The New Yorker cita un texto de 1927 del diario del compositor, cuando supuestamente se estaba escribiendo la Octava sinfonía: «El aislamiento y la soledad me conducen a la desesperación... [...] Me siento maltratado y todos mis verdaderos amigos están muertos.

Sin embargo, entre los críticos fue comúnmente denigrado, pues encontraban a su música anticuada y tediosa.

[35]​ Los demás críticos lo descartaron como irrelevante, más aún en una época en que había una tendencia irresistible hacia la música atonal.

Tal vez todavía hay algunas pistas sobre la Octava sinfonía escondidas y esperando a que algún estudioso las descubra».

Incluso el fragmento con el texto «VIII», afirmó, no puede vincularse con certeza a la sinfonía, pues Sibelius utilizaba indistintamente numeración arábiga y romana en sus composiciones para referirse a temas, motivos o pasajes dentro de sus obras.

[37]​[41]​ Kilpeläinen apunta a algunas de las últimas obras menores hechas por Sibelius, en particular Five esquisses, para piano Op.

114 (1929), considerando estos escritos como pruebas de que en sus últimos años el compositor estaba «avanzando hacia un lenguaje más abstracto: imágenes cristalinas y etéreas apenas tocadas por las pasiones humanas».

Kilpeläinen plantea la cuestión: «¿Era la nueva sinfonía, por lo tanto, una obra con un sonido moderno, a diferencia de su estilo anterior con sombríos tonos abiertos y disonancias no resueltas?».

[15]​ Después de la grabación de los fragmentos, Storgårds pudo reconocer el estilo tardío del compositor, quién agregó que «las armonías son tan salvajes y la música tan emocionante que me encantaría saber cómo continuó con esto».

[22]​ Los estudiosos y críticos están divididos en cuanto a su opinión sobre la calidad de los fragmentos conocidos.

Fotografía de Jean Sibelius en 1939. Para esta fecha es probable que hubiera abandonado la composición de su Octava sinfonía .
Ainola, el hogar de Sibelius desde 1904 hasta su muerte
El director Serguéi Kusevitski , a quien Sibelius le prometió el estreno mundial de la Octava sinfonía
Ainola, circa 1938-1945. De derecha a izquierda: Jean Sibelius, Aino Sibelius y Santeri Levas, secretario del compositor.