Fue el segundo (tras haber fracasado un anterior sitio en 1480) y definitivo intento por parte del Imperio otomano para expulsar a los Caballeros de Rodas de su bastión en la isla.
La Orden creó una poderosa armada, conservando con ella una serie de guarniciones en las islas del Dodecaneso.
La ciudad fue atacada por mar y tierra, siendo las tropas lideradas por Mustafa Pasha, cuñado de Solimán.
Las crónicas contemporáneas citan un ejército otomano 200 000 hombres, que según Setton es una exageración.
La conquista de Rodas permitió a Solimán obtener el control del Mediterráneo oriental y poder asegurar las conexiones marítimas entre Constantinopla, El Cairo y varios puertos del Levante mediterráneo.