En el Reglamento de la Sociedad, sus socios fundadores establecieron en su función principal que esta «tiene por objeto el estudio de todo cuanto se relacione con la arqueología y la historia local, a cuyo afecto hará excavaciones, excursiones y toda clase de investigaciones históricas, dando cuenta del resultado obtenido en sesión ordinaria o extraordinaria».
Los puestos para las actividades más representativas estaban repartidos entre una junta directiva —constituida por presidente, vicepresidente, archivero y secretario— y las comisiones repartidas a tres responsables que se elegían cada año.
También se publicaron numerosas memorias, entre las que sobresalen los apuntes Descubrimiento de un Anfiteatro en Carmona,[7] Un signo misterioso[8] y La vida cotidiana del romano,[9] todos escritos por Manuel Fernández López.
Se comenzaron en esta etapa a organizar más excursiones.
En ella se reunían los miembros de la Sociedad para exponer las memorias, excursiones y sesiones extraordinarias, que quedaban plasmadas en las actas, que se conservaban en el archivo.
[17] La documentación que conserva el archivo se remonta a los resultados de las investigaciones generadas en el comienzo de las excavaciones sistemáticas realizadas por Juan Fernández López y Jorge Bonsor.
Varios años más tarde fue trasladada al Convento de Santa Clara.
La colección ha llegado a nuestros días desmembrada, desordenada y en delicado estado de conservación.
Su archivo está compuesto por cuatro fondos: Propio, Castillo de Luna, Antiguo y Depósito especial.
El fondo documental está ordenado, catalogado, restaurado y digitalizado.