La historia fue publicada por primera vez en la revista Astounding Science Fiction, con ilustraciones de Frank Kramer.
Heinlein descartó el escenario de Campbell y escribió la historia Política exterior, que envió a Campbell en diciembre de 1940 con el comentario «Le di la vuelta a la idea original, la sacudí y acabó como una historia completamente diferente».
La Segunda Guerra Mundial es un punto muerto; los británicos y los alemanes continúan bombardeándose entre sí, mientras que en los Estados Unidos de América, la Unión Euroasiática —el nombre de la Unión Soviética en el relato— y Japón se mantienen neutrales.
1] Karst está trabajando en materiales radiactivos para usos médicos, pero Manning ve su potencial como arma radiológica.
Manning considera seriamente ordenar que todas las personas conscientes del secreto, incluido él mismo, sean ejecutadas y todos los registros destruidos, pero rechaza ese curso de acción porque piensa que otros investigadores, tal vez alemanes o rusos, seguramente lo redescubrírían.
Cualquier otra potencia mundial, como la Unión Euroasiática, podría crear el polvo y bombardear a los Estados Unidos en cuestión de semanas.
La prohibición de las líneas aéreas comerciales también se aplica en Estados Unidos; el Ejército gestionaría todos los viajes aéreo civiles.
Los euroasiáticos reinventan el polvo, como había advertido Manning, y lanzan un ataque sorpresa.
Los documentos euroasiáticos reivindican por completo las políticas inconstitucionales de Manning: si el presidente hubiera esperado la aprobación del Congreso, Estados Unidos habría perdido la guerra.
En 1951, el presidente muere en un accidente aéreo; su sucesor aislacionista exige la renuncia de Manning y pretende desmantelar la Patrulla.
Mientras Manning discute con el presidente, aparecen en el cielo aviones cargados de polvo radiactivo: Manning está dispuesto a suicidarse y tratar a la capital de los Estados Unidos como cualquier otro lugar que perciba como una amenaza para la paz mundial.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Heinlein creía que la carrera armamentista nuclear era un problema urgente.