Sonata para piano n.º 12 (Beethoven)

Poco después de que Beethoven llegara a Viena, Haydn le presentó al príncipe Lichnowsky y a su esposa Maria Christiane, que eran músicos aficionados y fervientes patrones de las artes.

Durante varios años el príncipe y su esposa acogieron en su casa al joven compositor, le prestaron apoyo financiero e incluso organizaron reuniones en su casa en las que muchas de sus composiciones fueron interpretadas por primera vez.

Como muestra de gratitud, Beethoven dedicó al príncipe las siguientes composiciones musicales, todas anteriores a 1806: los tres Tríos para piano, Op.

Este cambio también fue adoptado posteriormente por compositores como Frédéric Chopin, Aleksandr Skriabin, Serguéi Prokófiev o Samuel Barber.

[1]​ Conforme a Charles Rosen, esta sonata marca un progreso significativo en los esfuerzos del maestro alemán de darle una individualidad indistinguible a cada nueva obra, como si no estuviera simplemente escribiendo una nueva sonata sino redefiniendo el género cada vez.

La pieza se cierra con una breve y solemne reaparición de la melodía inicial.

[3]​ El hecho de emplear un Andante con variaciones como primer movimiento fue una innovación que Mozart había introducido unas décadas antes en su Sonata para piano n.º 11 K. 331.

El pequeño Trio, que tonalmente pasa a la subdominante, se ha comparado con un coral.

Aquí, el paralelismo musical obvio es el segundo movimiento del de la, próxima en el tiempo, Sinfonía Eroica (1803).

Adopta la forma rondó con el patrón regular: ABACAB con una breve coda basada en la figuración de la sección A.

[4]​ Fue muy apreciada por los románticos; incluso Chopin, que rara vez interpretaba música de Beethoven en público, la incluyó en su repertorio.

Otra conexión, menos obvia, existe con el tema principal, también en la bemol mayor, del movimiento Adagio en la Sonata para piano en do menor, D. 958, también de Schubert.

Beethoven en 1801.
Príncipe Lichnowsky , dedicatario de la pieza.