Según lo expresa el compositor, la obra constituye una reflexión lúdica y desenvuelta sobre la forma clásica de la sonata, desde su propia experiencia actual.
La obra, que proporciona a los instrumentistas amplia posibilidad de exhibir sus destrezas y su virtuosismo interpretativo, está dispuesta en tres movimientos, como es propio en una sonata.
Un segundo tema contrasta con el anterior por su carácter más austero, presentando una melodía a manera de canon entre la flauta y las diferentes voces del piano.
La flauta presenta una melodía amorosa con el acompañamiento suavemente rítmico y variado del piano.
El carácter cíclico de la obra se acentúa con la fugaz reaparición del tema canónico del movimiento inicial, antes de volver al clima animado y eufórico, concluyendo la obra con una nota optimista.