León XIII denuncia la injusticia de esas medidas en varias de sus encíclicas, así se refiere a lo que sucede en Italia, en su encíclica Etsi Nos (1882); en Francia, en Nobilissima Gallorum gens, (1884), o en Alemania, en Iampridem (1886).
También en el Reino Unido, en 1870,[3] se había introducido la enseñanza laica, con un sistema público que aspiraba a llegar a toda la población: Pero aquí no se trataba, como sucedía en otros países europeos, de defender un statu quo anterior, pues la enseñanza católica nunca había estado presente en la enseñanza oficial británica; sino de proporcionar a los hijos de los católicos una enseñanza acorde con su fe.
Este es el objetivo que el papa alienta en esta encíclica; incluyendo además un comentario sobre la decidida actitud de los británicos no católicos en este campo, en cuanto podía suponer un ejemplo para los católicos.
A lo largo de la encíclica manifiesta su alegría por el modo que han afrontado esta tarea, superando con empeño y dedicación las dificultades que se presentaban para abrir escuelas para niños, orientando así a los jóvenes desde los primeros años de estudio.
En este contexto el papa muestra su satisfacción al comprobar que, además de los católicos, muchos otros en Inglaterra tienen similares objetivos Concluye la encíclica pidiendo a los obispos que perseveren en este servicio, confiando en la ayuda divina; concediéndoles a ellos, al clero y al pueblo que tienen encomendado, la bendición apostólica.