Thomas Mann calificó La montaña mágica como la transición a la segunda parte de su obra, que incluye José y sus hermanos, la novela Carlota en Weimar, Doctor Faustus,[1] además de Confesiones del estafador Félix Krull.
[4] Debe refugiarse del viento junto a una cabaña solitaria, en la que no consigue entrar.
«Campiña paradisíaca», así podría titularse la segunda escena: el paisaje se abre en una amplitud creciente.
Son jóvenes hermosos que se entretienen con sus caballos y practican el tiro con arco.
Aparte, un hermoso joven, cuyo corte de pelo recuerda a un casco, con los brazos cruzados.
Es Hermes, al que Thomas Mann hace aparecer de nuevo, tal como ya lo hizo en La muerte en Venecia.
En vista del mortal hermetismo, Hans Castorp se asusta, teniendo una vaga idea de su sentido.
Accede a él y se encuentra con una escultura de grupo: madre e hija, al parecer.
La interpretación de Thomas Mann ve en las figuras a Perséfone y Deméter, con lo que la tercera escena se revela como el Hades.
El undécimo canto de la Odisea, que cuenta ese hecho, se titula Nekya.
La secuencia de escenas «patria», «campos paradisíacos», «Hades» y «naturaleza» ilustran una visión mítica, un descenso a los orígenes.
[6] En la primera página, Thomas Mann llama a su protagonista Hans Castorp un joven simple.
Los hombres amables y respetuosos tienen tantas deferencias unos con otros precisamente a la vista de la crueldad que ocurre en el templo.
La antinomia de Thomas Mann sobre la naturaleza y la mente desaparece solo en esta parte del libro.
Que el arte mantiene las contradicciones y las reconcilia a través de la creación estética.
En su alabanza al poeta como Homo Dei, Thomas Mann sigue a Goethe.
El hombre «más noble que la vida» dice: yo, artista e hijo de un senador de Lübeck, todo mi ser pensado para la representación, considero la castidad («devoción» en mi corazón) más «noble» que el vivir mis tendencias homoeróticas.
Thomas Mann denominó la concepción de La montaña mágica «archirromántica» (erzromantisch)[8] y perteneciente a la literatura decadentista.
[10] En Doktor Faustus, un artista consigue la creación genial solo después de entrar en un estado febril causado por una encefalitis sifilítica.
También en La montaña mágica se describe la enfermedad y la proximidad de la muerte como el camino genial hacia la vida.
[9] La decadencia y la romántica «simpatía por la muerte» habían pasado de moda tras el cambio de época que se había producido tras la Primera Guerra Mundial y Thomas Mann no quería quedarse atrás.
Cifrado, este capítulo, creado en 1923 cuando tenía 48 años, contiene una decisión vital del autor Thomas Mann: la superación de los pensamientos suicidas que lo habían plagado periódicamente con la «orden vital» de no dar a la muerte poder sobre su pensamiento.
La montaña mágica se escribió entre 1912 y 1924, pero con largas interrupciones debidas a ensayos escritos por el autor.