Allí, dejándose llevar por el fervor del directo, decidió añadir una estrofa más al popular "Uah!
Suso Vaamonde optó por exiliarse, viajando por Londres y Alemania, estableciéndose finalmente en la capital venezolana, Caracas.
En 1984 decidió volver y entregarse, esperando que el nuevo gobierno socialista revisase las condenas derivadas de viejos rencores e injusticias del régimen anterior.
Poco después dio su último recital, en honor a su amigo y entonces alcalde de Moraña, José Eiras, que se jubilaba como maestro.
Aquel día Suso Vaamonde también quiso subir al escenario y agradecer aquella celebración, pero no pudo cantar.
También se leyeron escritos redactados especialmente para este homenaje, por poetas como Álvarez Cáccamo y Manuel María.