El mito del "Tío Saín" relata que era un personaje real.
Y que hasta hace unos años se le veía embutido bajo un sombrero gacho, negro y grasiento, de fieltro raído.
Quienes manifestaron haberle visto la cara, afirmaban que tenía una mirada torva.
A los niños les contaban que el tío Saín solía llevárselos para sacarles la sangre o la grasa del cuerpo (el saín es la grasa de los animales) y arrojarlos al aljibe, si es que éstos, llegada la hora de irse a la cama, empezaban a hacerse los remolones.
En las noches de lluvia y ventisca, estaba presente en el menor ruido.