Tras conquistar Mallorca, el monarca aragonés se vio incapacitado para conquistar Menorca debido a que se produjeron divisiones internas dentro de su ejército aragonés por el reparto del botín, se redujeron las unidades de su ejército debido a unas malas decisiones y proseguía la lucha contra grupos musulmanes refugiados en la Sierra de Tramuntana; aun así, el monarca consiguió que la isla de Menorca le rindiera un vasallaje, rubricado por el tratado de Capdepera, por el cual los musulmanes menorquines aceptaron su soberanía (1231).
Por otro lado permitió el mantenimiento durante medio siglo más de la cultura árabe y la religión musulmana es esta isla, mientras éstas desaparecían del resto de las Islas Baleares, que eran colonizadas por aragoneses y catalanes.
La capital se situaba en Ciudadela, conocida por aquel entonces como Medina-Menurka (Ciudad de Menorca).
Jaime II se enemistó con su hermano mayor Pedro el Grande, rey de Aragón, cuando el segundo obligó al primero que le rindiera a su vez vasallaje.
La isla sería colonizada por catalanes (como antes fueron colonizadas Mallorca o Ibiza) y aunque permaneció un gran contingente de musulmanes en la isla, estos serían deportados años más tarde.