Los tatuajes son los símbolos que durante cientos de años han utilizado los vor v zakone para identificarse.
Estos símbolos son de suma importancia para ellos ya que muestran el sitio que cada uno ocupa en la organización y la propia vida del criminal o ladrón, es decir, sus gustos, intereses o tendencias delictivas.
[3] Expertos coinciden en atribuir un origen religioso a los distintos dibujos que los integrantes de las mafias rusas graban en su piel.
[4][5][1] A este hecho se le añade que según la Biblia (en el libro del Génesis), el primer asesino de la historia, Caín, fue marcado por Dios con una señal que lo identificó como un criminal para la eternidad.
[2] En la jerga criminal rusa o Fenya (феня), un conjunto completo de tatuajes se conoce como frak s ordenami (frac con adornos).
Muchos ladrones legítimos se vieron degradados a frayer (forastero), muzhik (campesino) o suka (traidor, perra).
Junto con la propaganda denunciando al «ladrón tradicional» que había ganado popularidad en la cultura rusa, los castigos en las prisiones se intensificaron para cualquiera que se identificara como un ladrón legítimo, incluidas palizas y torturas.
Los tatuajes en sí mismos fueron referidos como reklama (publicidad), regalka (regalia), kleimo (estigma) o rospis (pintura).
Modifican una máquina de afeitar eléctrica a la que se le añade una aguja.
Según el lexicógrafo Alexei Plutser-Sarno, los tatuajes se convierten en los únicos «aspectos reales de su vida».
Otros ladrones no aceptan nada de ellos o se consideran «infectados» (zakontachitsya).
Incluso los ladrones establecidos pueden ser degradados si, por ejemplo, pierden un juego de cartas y no cumplen sus apuestas.