La ciudad se encuentra en un valle formado por el río Inauen, afluente del Sebú, a unos 500 metros de altitud media.
Su situación estratégica entre el Rif y el Atlas le dieron importancia militar e interesaron a las gentes del este, que querían conquistar Marruecos.
En 1074, el sultán almorávide Yúsuf ibn Tašufín tomo la ciudad que quedaría bajo dominio almorávide hasta 1132, año en el que fue tomada por el sultán almohade Abd al-Mumin, quien declaró la ciudad capital provisional del país.
Para luchar con los zenatas bereberes del interior oriental marroquí, quienes habían constituido la pre-dinastía de los benimerines cincuenta años antes, el sultán almohade hizo construir una muralla en torno a la medina.
Será capturado en 1909 y luego fusilado e incinerado en Fez por orden del sultán Abd al-Hafid.