El telescopio de 40 pies de William Herschel, también conocido como el "Gran Cuarenta Pies" (en inglés: 40-foot telescope, o también "Great Forty-Foot"), era un telescopio reflector construido entre 1785 y 1789 en la Casa del Observatorio en Slough, Inglaterra.
[1] Durante su construcción, cuando el tubo del telescopio todavía no había sido izado, el rey y el Arzobispo de Canterbury visitaron la obra.
Justo antes de que entrasen por la boca abierta del tubo, el rey comentó "¡Venga, Obispo de mi Señor, y le mostraré el camino al Cielo!
La pieza una vez colada pesaba 464 kg,[5] pero se comprobó que era 23 mm más delgada en el centro que en los bordes (donde tenía alrededor de 5 cm de grueso).
En cualquier caso, requería ser pulido con frecuencia debido al rápido oxidamiento de la superficie del metal, que quedaba sin brillo.
[4][5] Herschel eliminó de su diseño el pequeño espejo secundario diagonal propio de los reflectores newtonianos, pero a cambio tuvo que inclinar su espejo primario para poder observar directamente la imagen formada, teniendo que acceder a una cesta colgada junto a la boca del telescopio.
Para realizar esta primera observación, tuvo que reptar por el tubo del telescopio y utilizar un ocular de mano:[3][5] "La montura del telescopio de 40 pies estaba por entonces lejos de completarse, pero podía ponerse el espejo dentro del tubo y dirigirlo a un objeto celeste; aunque no teniendo todavía el ocular fijado, y no estando familiarizado con la manera de determinar la distancia focal, fui al tubo, y tumbándome cerca de la boca, sujeté el ocular en mi mano, y pronto localicé la posición del foco.
El principal logro del telescopio pudo ser descubrir Encélado y Mimas, el 6º y 7º satélites de Saturno, aunque este hecho no es seguro, porque Herschel utilizaba otros telescopios al mismo tiempo.
[1] Describió la vista de Sirio a través del telescopio con estas palabras:[2]"...
En consecuencia, sería la primera mujer de Inglaterra en cobrar un sueldo por desempeñar una labor astronómica.
[1] El telescopio se convirtió en una atracción turística local,[7] siendo visitado por personas ricas y famosas que iban de paso hacia el cercano Castillo de Windsor para visitar el Rey,[4] y aparecía señalado en los mapas de la cartografía oficial del Reino Unido.
Tras sacar la última tapa, que estaba provista de seis asas, el espejo quedó inmediatamente a la vista, ocupando la porción frontal del cofre, la más próxima a la cubierta.