Considerado como un personaje real durante varios cientos de años, las dudas sobre su autenticidad se fueron sucediendo hasta que a mediados del siglo XVIII Enrique Flórez demostró su inexistencia.
[2] Según la tradición, la puerta por la que salió de la ciudad quedó cerrada para siempre.
[3][4] Como consecuencia de este episodio el rey, con la anuencia del papa Teodoro I o Martín I, trasladó la primacía de la provincia eclesiástica Carthaginense desde Sevilla, donde había estado hasta entonces, a Toledo.
[33] Sin embargo fue Enrique Flórez quien a mediados del siglo XVIII en su España sagrada desmintió explícitamente toda la historia, demostrando la imposibilidad cronológica de que la crónica atribuida a san Ildefonso («un montón de fábulas») fuera realmente obra suya,[34] negando la existencia del breve papal por el que se trasladó la primacía a Toledo[35] y calificando a Teodisclo como personaje inexistente y fingido.
[37] Se supone que si la historia de Teodisclo fuera cierta, su destitución debiera constar en las actas del concilio donde se llevó a cabo, como ocurrió con el arzobispo bracarense Potamio, que fue relevado de la diócesis en el concilio X de Toledo del año 656 por haber mantenido relaciones sexuales con una mujer, o con el toledano Sisberto, que en el XVI concilio del 693 fue desterrado por conspirar contra el rey Égica.