Una pregunta central en la filosofía de la acción suele ser: «¿Qué hace que algo sea una acción?»,[1] particularmente en lo concerniente al control «intencional» o «voluntario» de tales comportamientos.
[4] Los deseos y creencias del sujeto (por ejemplo, mi deseo de tomar un vaso de agua y la creencia de que el líquido transparente en el vaso que tengo frente a mí es agua) conducen a un comportamiento corporal (por ejemplo, estirar el brazo para alcanzar el vaso).
En la teoría simple (véase Donald Davidson), el deseo y la creencia causan conjuntamente la acción.
Las discusiones conceptuales también giran en torno a una definición precisa de acción en filosofía.
Los académicos pueden discrepar respecto a qué movimientos corporales caben dentro de esta categoría, por ejemplo, si el pensamiento debe analizarse como acción, o cómo deben sintetizarse o descomponerse acciones complejas que involucren varios pasos a tomar y diversas consecuencias previstas.