[1] Durante las décadas de 1950 y 1960 la teoría del conflicto proporcionó una alternativa al funcionalismo estructural.
Si bien con anterioridad habían existido pensamientos de justificación moral del conflicto, tales como las de la Guerra santa (cristianismo e Islam), la “guerra justa” ( Vitoria), el derecho a la rebelión (Locke), la lucha de clases (Marx), es recién a partir de la teoría del conflicto que este último comienza a ser visto como una relación social con funciones positivas para la sociedad humana, en tanto y en cuanto se puedan mantener bajo control sus potencialidades destructivas y desintegradoras.
En sintonía con esa corriente, el educador estadounidense John Dewey expresaba que "el conflicto es el tábano del pensamiento".
El enfoque clásico se centra en el nivel macro, específicamente en el análisis de las relaciones conscientes entre los grupos sociales.
Los conductistas se enfocan en el nivel micro, y su preocupación central es el individuo antes que el grupo.
Ambas se originaron en la idea de la escuela clásica del siglo XX sobre el actor racional.
Presupone que la gente hace elecciones informadas y toma decisiones sobre bases racionales, sopesando oportunidades (ganar, perder).