La terapia sistémica se basa en un enfoque psicoterapéutico cuyos orígenes están en la terapia familiar, sin embargo, se diferencia de esta en tanto que la Terapia Sistémica no considera a la familia como el único foco posible de atención terapéutica.
Siendo el patrón más afectado el llamado "miembro sintomático" o "paciente índice", es decir, aquel individuo quien, dentro de un sistema familiar, expresa cierta patología psiquiátrica o psicológica por la cual es referido a atención psicoterapéutica.
Sin embargo, con un mayor desarrollo teórico, el concepto de "enfermedad" fue inadecuado para designar fenómenos psíquicos que se relacionaban más con patrones de comunicación alterados o deficientes.
La terapia familiar sistémica se desarrolló a lo largo de la segunda mitad del siglo XX.
La terapia sistémica ha tenido logros como complemento en tratamientos de trastornos de la conducta alimentaria, drogodependencias y conductas infantiles disfuncionales, así como en ciertas depresiones clínicas donde la terapia sistémica de pareja ha resultado eficaz, aunque no tanto como otras aproximaciones clínicas.